La tabla de contenidos
La tabla de contenidos: el tablón de delante del bar con el combinado de desayuno y un chistecillo simplón.
La introducción: buenos días, ¿qué desea? La tortilla la tengo recién hecha, por si quiere un pincho con el café.
La promoción: ¿esos carteles? Sí, es que mi chaval a veces se dedica al artisteo. Las cosas de la juventud. Pero yo le insisto en que estudie, que de eso no se puede vivir.
Los microrrelatos: ya sé que ha pedido el café hace un rato, caballero, pero en la vida a veces uno tiene que encogerse de hombros y esperar, que estamos hasta arriba.
Las canciones de la semana: ¿le gusta la música? Me alegro. En este establecimiento siempre suenan clásicos, que nunca fallan. No como esas cosas modernas que ponen ahora en la radio.
La despedida: gracias por su visita, vuelva pronto. No se olvide el móvil, que se lo deja en la barra.
La introducción
Ey, hola.
Soy Miguel Escribano y te doy la bienvenida a “Gritando al vacío”, el equivalente en newsletter semanal a bajarte al bar de la esquina a tomar un café. ¿Te va a cambiar la vida? Seguramente no. ¿Te salva la papeleta de consumir algo decente en quince minutillos muertos? Considero que sí, y más que decente, hombre ya. ¿Es económico? Es gratis, no me jodas.
Como dijo un sabio:
It ain’t much, but it’s honest work
En este caso definitivamente “it ain’t much” porque, como comenté en la anterior entrega, el inicio de curso está dificultando dedicar mi atención a esto, de modo que tengo que ser breve. En concreto, ahora mismo debería estar preparando el show de mañana (desde mi punto de vista temporal, que tú a lo mejor lees esto en el año 3215).
Pero tengo un compromiso ineludible contigo y el resto de lectores, de modo que espero que aprecies el esfuerzo. Y recuerda que te quiero.
La promoción
Dependiendo de cuándo leas esto, estaré a punto de actuar o ya habrá ocurrido el bolo, así que no tiene mucho sentido promocionarlo aquí, pero tampoco hace ningún daño, de modo que toma cartelaco:
Por otro lado, esta semana hemos anunciado algo que me hace mucha ilusión a título personal. Vamos a traer a actuar a Zaragoza a Ignasi Taltavull, más conocido como “el delgadillo de La Ruina” con su show unipersonal “Ya no sé ni lo que digo”.
Ignasi tiene un currícullum para flipar (dejando a un lado lo de crear uno de los podcast más escuchados en español y que llena múltiples teatros a la semana, ha sido subdirector de un programa de televisión en TV3, ha dirigido dos especiales de comedia, webseries, radio, guión, música…) y es una de las personas cuya voz más he escuchado en los últimos años a base de ponerme en bucle sus múltiples podcasts. ¡Y encima tiene un grupo de música cómica con Adri Romeo (al que ya trajimos a actuar en marzo)!
No sólo es uno de mis mayores referentes, sino que tuve el honor de ser uno de los alumnos del único curso de comedia que ha dado hasta la fecha y que me ayudase a mejorar mi show, así que poder contribuir a que venga a actuar por estas tierras me tiene dando botes.
Si tienes el más mínimo interés por la comedia, tienes que venir en diciembre a verlo.
Los microrrelatos
La frase de esta semana era “Sólo puedo encogerme de hombros y esperar a que oscurezca”.
La caza
Sólo puedo encogerme de hombros y esperar a que oscurezca.
"Así son las cosas en este pueblo" me dice el anciano bajo su parasol "A los forasteros les sorprende mucho lo de dormir de día, pero con el tiempo se acostumbran."
Me siento a su lado y apoyo el maletín en la mesa. Aunque su expresión denota amabilidad, no me quita la mirada de encima.
"Espero que no pretendas armar jaleo, cazador." dice tranquilo "Aquí convivimos en paz con los mortales. No hay monstruos para ti."
"Me temo que se os ha colado uno de los peores." respondo mientras le enseño la foto del general "Pero este es humano."
El experimento
Sólo puedo encogerme de hombros y esperar a que oscurezca. Tampoco es que tenga sentido impacientarse con el fin del mundo.
Me acerco al ventanal y echo un último vistazo al colisionador. Me emociona un poco pensar en todo el tiempo invertido en el experimento, todo el esfuerzo para conseguir que saliera adelante y lo delicado de infiltrar mi virus.
Miro la hora en la pantalla. Según mis cálculos, el agujero negro debería generarse pronto.
De repente, John levanta la mirada del ordenador asustado y dice "¡Hay un problema! ¡Tenemos que apagar el sistema!".
"Bueno..." pienso mientras saco la pistola del bolsillo "Parece que habrá que recurrir al plan B".
El robo
Sólo puedo encogerme de hombros y esperar a que oscurezca. Se suponía que la casa estaba vacía, pero son gajes del oficio. Puede que incluso consiga sacarle un plus al cliente por darme información errónea.
Espero dos horas más para asegurarme de que estén dormidos. Me cuelo por la puerta de la cocina y me dirijo al sótano, buscando la caja. Alumbro alrededor y veo unas pintadas rojas en el suelo y lo que parecen ser velas apagadas.
De repente, algo se mueve a mi lado y recibo un fuerte golpe en la cabeza que me derriba. Antes de perder la consciencia logro oír que alguien dice "Ya podemos empezar".
Las canciones de la semana
La despedida
Chao. Hasta luego. Un beso.
Adiós.
¿Podéis poner Zaragoza un poco más cerca de Murcia para ir a veros a Ignasi y a vosotros (a la próxima, porque está se me ha pasado ya)? Muy agradecido.
Podemos intentar gestionarlo. Creo que haría falta cargarse Valencia, pero tampoco es que sirva para mucho