La tabla de contenidos
La tabla de contenidos: números y palabras.
La introducción: anfibios y lavadoras.
La promoción: carteles y fechas.
Los microrrelatos: palabras y espacios.
Las canciones de la semana: letras y melodías.
La despedida: besos y abrazos.
La introducción
Ey, hola.
Soy Miguel Escribano y estás leyendo Gritando al vacío, la newsletter que se escribe de madrugada con hipo.
Mi muy estimado lector, permíteme expresarte en los términos más claros y directos posibles mi postura al respective de este asunto: el hipo es una recontra puta mierda.
¡Dios, cómo odio el hipo! Principalmente, porque es terriblemente molesto y cuando se alarga es una movida; tengo un imborrable recuerdo de estar en la universidad viendo una presentación y bebiendo leche a tragos de un brick para intentar paliar la extrema acidez provocada por llevar ocho horas seguidas hipando.
Not funny at all.
Pero, desde un punto de vista conceptual, lo más ofensivo y agravante de la maldita activación espasmódica del nervio frénico es que NO SIRVE PARA ABSOLUTAMENTE NADA. Es un error evolutivo y no cumple ninguna función en los mamíferos. En serio. Hay estudios que lo relacionan con los circuitos neuronales que se desarrollaron en los primeros anfibios para regular la diferencia de respiración dentro y fuera del agua.
Pero, como de esas partes del cerebro primitivo de los vertebrados surgieron funciones más avanzadas de la respiración y la deglución, dichos circuitos, que ya no servían para nada una vez en tierra firme y por tanto deberían haber sido erradicados durante la selección natural al no ofrecer ninguna ventaja evolutiva, se perpeturaron.
Así que, a cambio de poder toser y beber, ahora llevamos a cuestas y nos tortura una funcionalidad de las putas ranas que no usamos desde hace 300 millones de años.
Hay que joderse.
Pero quién soy yo para quejarme de las molestias que me causa una decisión evolutiva ancestral, cuando yo mismo me he tenido que enfrentar esta semana a los horrores de los restos biológicos de los anteriores inquilinos del piso perpetuados por mi propia ineptitud.
Te ahorraré los detalles por si estas comiendo algo, pero estos días, después de dos años y medio viviendo solo, he aprendido que la lavadora se puede abrir y limpiar. Lamentablemente, parece que el anterior inquilino no llegó a aprenderlo nunca. De modo que ahora entiendo algunas cosas, como por qué el cajetín del detergente siempre se inundaba de agua desde que me mudé, y por qué últimamente mi ropa olía mal.
Ñam.
Pero, por fortuna, cuento con amigos más equipados que yo para la vida adulta. Así pues, mi quedada del viernes con mi querido Pablo para tomar algo terminó en mi casa con el muchacho sentado en el suelo de mi cocina desmontándome el filtro de la lavadora.
Una noche de lejía y asco más tarde, reensamblé el cachivache y puse un lavado sin carga con una buena dosis de vinagre para terminar de limpiar el interior. Finalmente, con cautela y esperanza, hoy he puesto una colada con la ropa sucia que había amontonado a la espera de decidir si me valía más la pena quemarla y comprarme otra lavadora.
Por el momento parece que ha dado resultado, así que declaro la operación “Dejar de oler a moho” un rotundo éxito. Ahora soy un hombre nuevo y vuelvo a mirar la vida con optimismo.
Gracias, Pablo. Esta newsletter te la dedico a ti.
Ah, y la actuación de Las Armas fue guay. Hicimos el show de impro para unas 150 personas que se lo pasaron aparentemente bien, y yo me divertí mucho. Un hito enorme en nuestra carrera y bla bla bla.
Pero vamos, que lo importante ha sido lo de la lavadora.
La promoción
En las próximas semanas voy a tener el placer de actuar mucho y bien con mi estimado Tonacho en dos bolos excepcionales.
Por un lado, el viernes 8 de noviembre a las 22:30 estaremos en La Sala Negra de Logroño. Si tienes algún colega por allí, dile que se pase, que estará bien divertido y necesitamos llenar la sala para que nos vuelvan a llamar.
Por otro lado, estaremos el domingo 17 de noviembre a las 19:00 en el bar Sabbatico de Zaragoza. Se trata de un garito relativamente nuevo que quiere hacer cosas culturales en el Actur, así que habrá que ir a apoyar, ¿o qué? Eso pensaba.
Pero, Miguel, ¿no es el mismo cartel dos veces? ¿No puede resultar esto confuso para los espectadores que los vean en redes?
¡No! Las caras están en distinto orden y las pegatinas son distintas. A ver si aprendemos a fijarnos antes de quejarnos.
Continuemos.
Los microrrelatos
Esta semana la frase era La larga cola de novicias que se estaba formando. Normalmente escribiría tres relatos, pero el hipo me está reventando, así que esta semana uno y la siguiente los otros dos. Es lo que hay.
El ERE divino
La larga cola de novicias que se estaba formando amenazaba con saturar la oficina de empleo. En el momento mismo en que el Papa había anunciado que Dios no existe, miles de religiosos habían pasado a engrosar las listas del paro, con el consiguiente desaliento de los funcionarios del SEPE, que veían venir unos días de arduo trabajo.
A Manuel, que llevaba toda la mañana informando a las monjas del convento del barrio sobre cursos de Excel y PowerPoint, le acababan de decir que, para afrontar la situación, le habían cancelado las vacaciones que se había pedido.
“Joder, macho. Ya podía el Papa haberse esperado a después del puente.”
Las canciones de la semana

La despedida
Hasta luego. Adiós. Un beso.
Hip.