Mense uno
Pues no, este título no queda mejor en latín. Debería haber puesto simplemente "Mes uno". Vaya gilipollas...
La tabla de contenidos
La tabla de contenidos: la tabla de contenidos.
La introducción: la introducción.
El corresponsal: el corresponsal.
La obsesión: la obsesión.
El relato: el relato.
La despedida: la despedida.
La introducción
Ey, hola.
Soy Miguel y esta es mi newsletter “Gritando al vacío”, que oficial e inesperadamente ha superado el mes de vida y se adentra con suspicacia en el segundo. Ya he logrado mantener este proyecto más tiempo que los putos vídeos de Instagram. Irónicamente, los abandoné por el esfuerzo y tiempo que me requerían, pero a la newsletter le dedico la misma cantidad (o más) de horas. Di que aquí al menos no tengo que pelearme con un editor de vídeo de smartphone.
Sarna con gusto no pica
Me entusiasma comprobar que tras cuatro entregas gateando sin rumbo fijo, y a sabiendas de que seguramente evolucionará mucho más en el futuro, este literario infante comienza a tener una personalidad marcada. Quizás sea la personalidad de uno de esos putísimos criajos insoportables a los que les darías un preciso rodillazo en el parietal, que tan adecuadamente se encuentra a la altura de la susodicha rodilla, pero al menos es una personalidad. Nadie dijo que este proyecto tuviese que ser agradable.
¡Mire, amigo! ¡La newsletter ha entrado en la adolescencia y ahora pretende demostrar su madurez con explícitas amenazas de violencia infantil! Qué rápido crecen…
Je, je, je
Seamos sinceros, excelentísimo lector, si esta newsletter ha de representar con viveza la mente de su creador, nunca tendrá un tono estable y dará bandazos con regularidad. ¿Habrá estructuras y herramientas recurrrentes que le den un estilo cohesivo y personal? Por supuesto, pero mi percepción de lo divertido o interesante puede variar notablemente de una semana para otra; ahora mismo releo las newsletters del pasado mes ¡y ya hay pasajes que me repugnan! De modo que estoy abocado a jugar constantemente con las palabras hasta que me canse de unas y busque otras. Sin embargo, creo, en mi nada humilde opinión, que ahí reside gran parte de la magia de crear.
Nunca cruzarás el mismo río dos veces
Y hay un punto de vital importancia en todo este asunto, y es que, a diferencia de cuando actúo para un público, aquí carezco del feedback inmediato que me permita (con suerte) acomodar lo que digo y hago al agrado de los espectadores. En este proceso estoy yo solo conmigo mismo, de modo que escribo para complacerme a mi. Si un chascarrillo me hace cosquillas en el cerebro, lo incluyo, ignorando por completo si te hará gracia a ti, mi virtual contraparte.
El gato es mío y me lo follo cuando quiero
¿Hace esto que el producto final sea mejor por auténtico o peor por enajenado? Honestamente, no lo sé.
La única forma de averiguarlo es seguir haciendo lo que hago y confiar en que, si te agrada lo suficiente, lo compartirás cada semana con uno de tus amigos para que ellos lo disfruten también.
Efectivamente, solícito suscriptor, te he vuelto a colar un Call to action al final de un interesantísimo viaje filosófico-emocional cuajado de exabruptos. Una vez más, demuestro que soy un genio del marketing.
Continuemos.
El corresponsal
Después del… “interesante” reportaje de la semana pasada, Horacio ha vuelto a mandar su crónica. A ver qué nos cuenta.
Buenos días o tardes, dependiendo de donde usted me lea. Soy Horacio Baldrian y este es mi reporte de la situación actual en Lurenga.
La pasada semana ha estado marcada por la violencia y el desorden público en relación a la ya conocida como “Crisis de las carretillas”, tras las declaraciones previas del alcade Gregorich de un reparto de carretillas gratuitas marca Vilun que no llegaría a todos los ciudadanos.
La manifestación convocada el lunes por diversas organizaciones civiles tuvo una afluencia notable, con 500 asistentes contabilizados por la organización, y se desarrollo de forma pacífica durante toda la mañana bajo la vigilancia de un fuerte dispositivo policial.
Sin embargo, a la hora del almuerzo comenzó a circular un mensaje a través de redes sociales afirmando que la decisión del reparto de carretillas no sería aleatoria sino decidida a dedo por el alcalde. Esto desató la indignación entre una parte de los asistentes, que comenzaron a arrojar piedras contra el consistorio. La policia reaccionó cargando contra los manifestantes dando lugar a unos disturbios que se saldaron al final de la jornada con 23 detenidos y 15 heridos.
Los líderes de las diversas asociaciones convocantes emitirieron un comunicado conjunto al final del día llamando a la calma y condenando el uso de la violencia.
Pero la tensa paz se quebró de nuevo cuando un portavoz del gobierno municipal, durante una rueda de prensa el martes por la tarde, afirmó que estaban estudiando que los causantes de los alborotos fuesen lo que finalmente se quedaran sin carretilla. Esto provocó una movilización masiva que desembocó en disturbios y choques con la policía durante la noche. Uno de los momentos más graves fue el saqueo a la tienda de Vilun S.A del centro de la localidad, en el que se robaron múltiples carretillas y otros utensilios de trabajo, y que llevó al despligue de una tanqueta de agua y el uso de pelotas de goma por parte de los antidisturbios.
Durante los siguientes días la ciudad se ha dedicado a lamerse las heridas. El silencio institucional ha sido completo, y la oficina de comunicación del ayuntamiento ha declinado hacer declaraciones a la prensa por el momento. A tenor de esto, múltiples voces han exigido la dimisión del alcalde y su equipo por negligencia y cejación de funciones. Fuentes internas anónimas apuntan a una comparecencia pública del alcalde la semana que viene.
Por su parte, en un intento para contribuir a la paz social, Edgar Vilun ha financiado puestos de comida en diversos puntos de la ciudad. Según su comunicado “Somos una familia, y las familias se perdonan. Y qué mejor para hacer en familia que comer salchichas”. La iniciativa ha sido recibida positivamente y las acciones en bolsa de Vilun S.A han repuntado un punto y medio.
Soy Horacio Baldrian y esto ha sido todo desde Lurenga. Seguiremos informando.
Hostia…
La obsesión
Me pasa, estimado lector, y supongo que también a ti, que de cuando en cuando la serendipia me lleva a descubrir y obsesionarme con temas completamente inesperados que cambian mi forma de percibir la realidad.
Serendipia: Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual.
No deja de sorprenderme el impacto de la serendipia a la hora de conformar la personalidad y los intereses de un individuo, pero, al mismo tiempo, tiene sentido que así sea. Si nos ceñimos a explorar en los límites de lo que ya conocemos, el potencial transformador de esas nuevas experiencias es limitado, ya que raramente será completamente rompedor. Por contra, toparnos por azar con algo alejado de la órbita de nuestra existencia suele llevar, como mínimo, a la sorpresa o, con un poco de suerte, a la iluminación espiritual.
Este fenómeno ha sido motivo de estudio, por supuesto. Por ejemplo, Steven Johnson habla en su magnífico libro “Where good ideas come from” (el cual tengo y nunca me he terminado) de cómo el azar ha jugado un papel fundamental en el desarrollo humano, más concretamente los condicionantes socioculturales que han propiciado este azar, o entropía en términos termodinámicos, para dar lugar a los grandes avances de la humanidad.
Es por eso que considero un gesto de la mayor generosidad compartir enérgicamente con mis conocidos todo aquello que descubro y que me flipa. Puede que a causa de ello se me tilde de “pesado” o de “suélteme el brazo, señor, tengo miedo”, pero creo firmemente que vale la pena con tal de generar serendipias de forma constante. Nunca se sabe qué hallazgo o dato interesante puede dar lugar a la cura del cáncer.
Y ese mismo es el objetivo de esta nueva sección recurrente, compartir contigo, mi inestimable compañero, todo aquello que se me quede clavado en la mente cual raspa de pescado.
De modo que, tras todo este innecesario y ampuloso prólogo, tengo el placer de presentarte a Randy Feltface.
Randy llegó hace un par de meses a mi vida a través de esa maravillosa plataforma de robo de tiempo conocida como TikTok. Tras una receta de cocina narrada por un vikingo furioso y un vídeo sobre teoría matemática explicada visualmente, apareció ante mis ojos una marioneta morada de ojos saltones haciendo un fragmento de monólogo de standup ante un teatro lleno de gente. El texto era divertido de por si, pero el personaje y el delivery (así llamamos los cómicos a actuar, porque nos hace sentir especiales) me cautivaron inmediatamente. Movido por una curiosidad animal, entré a su perfil para ver qué demonios era esto, suponiendo que sería una de tantas secciones de marionetas en un show de variedades.
Pero no. Esa actuación no era un sketch puntual o un personaje recurrente de un programa televisivo. Lo que acababa de ver era un pedazo de un show de comedia de una hora de Randy Feltface, un cómico de trapo australiano que actúa en solitario en teatros de todo el mundo. Y resulta que además de una cuenta de TikTok, el tal Randy tiene una cuenta de Youtube a la que había subido varios especiales de comedia completos.
Llegados a este punto yo estaba, como quien dice, flipando de cojones, de modo que procedí a ver el show más reciente, llamado “Feltopia”. No sabía que esperar, y no tenía muchas expectativas, pero lo que me encontré fue absoluto oro.
Sin miedo a exagerar, cualidad por la que soy ciertamente afamado, puedo decirte que “Feltopia” es una de las obras artísticas más interesantes y divertidas que me he encontrado en mi vida, y seguramente sea a día de hoy mi especial de standup favorito.
Créeme, no soy ajeno al noble arte del marionetismo. Si bien puedo no haberle prestado mucha atención como disciplina, he consumido desde mi más tierna infancia múltiples productos audivisuales basados en títeres, marionetas y guiñoles. Quizás estos eran en su mayoría orientados a un público infantil, y no he tenido tanto contacto con shows más dirigidos a adolescentes y adultos como Los Teleñecos y Fraggle Rock, pero he sido consciente de la magia que se puede llegar a crear con un muñeco bien manejado, gracias a múltiples y divertidos fenómenos psicológicos.
El show de Randy no me fascinó por ser un espectáculo increíble de marionetismo, ni por ser un show de comedia tremendamente bien escrito y ejecutado, a pesar de que ambos extremos sean absolutamente especiales por si mismos. Lo que me rompió la cabeza fue la combinación de ambas. “Feltopia” es la obra magna de un cómico experimentado, que resulta ser una marioneta, con una personalidad extremadamente marcada, escrita plasmando esa personalidad y casuística de una forma hipnótica.
Y he ahí el quid de la cuestión. El monólogo no está simplemente interpretado por una marioneta, sino que ha sido escrito teniendo plenamente en cuenta eso e instrumentaliza de una forma poderosísima y experta los modismos y recursos expresivos que hemos aprendido a asociar a estas a lo largo de las décadas, ejerciendo al mismo tiempo una contención perfecta para evitar el histrionismo constante al que tan fácilmente se puede llegar en esta disciplina.
El resultado es que durante el show ves a Randy como a una persona, un cómico profesional ingenioso y divertido, y te involucras en su historia como harías con cualquier otro, pero al mismo tiempo aceptas y disfrutas de forma natural sus salidas de tono y arrebatos psicóticos de muppet, que de ser llevados a cabo por un ser humano podrían llegar a generar incomodidad y rechazo (cringe para los jovencitos como yo). Difícilmente este show podría ser ejecutado por cualquiera que no fuese Randy Feltface, humano o marioneta, lo cuál es maravilloso.
Para alguien como yo, obsesionado con estudiar y entender qué y cómo hace reír a las personas, ver a Randy en acción fue una revelación. Me hizo replantearme muchas cosas sobre cómo enfocar mi creación cómica y cómo usar las herramientas a mi disposición. Me di cuenta de que, quizás, había estado viendo únicamente clavos debido a sólo saber usar un martillo, si me permites la metáfora. Y, evidentemente, me puse a ver vídeos sobre marionetismo como un demente. ¿Desembocará eso en que me suba a un escenario con muppet en los brazos? Sólo el tiempo lo dirá.
Por otro lado, como suele ser habitual, descubrí un detalle que desinfló mi emoción. Randy lleva actuando más de veinte años, desde el momento en que un tal Heath McIvor lo parió. “Feltopia” es el resultado de dos décadas de trabajo y entrenamiento. Posteriormente me he visto unos cuantos de los especiales anteriores y se nota una evolución significativa; son muy divertidos, pero claramente Roma no se construyó en un día.
Y tiene todo el sentido del mundo que afinar las habilidades que me han fascinado tanto requiera esa cantidad de tiempo. Se cuenta que a los marionetistas que entran a trabajar en la empresa de Jim Henson (la de Barrio Sésamo y Los Teleñecos) les dicen que hacen falta siete años para empezar a entener lo que están haciendo. Ser un artista capaz de crear emociones cuesta y merece la pena el esfuerzo. Pero no deja de ser un bajón de cojones. Yo quería ser Randy ya.
Bueno, intentaré coger esa inspiración y usarla para trabajar un poquito cada día. Y, ojalá, algún día lograré hacer algo una décima parte de lo divertido que es este huevo morado con ojos.
Por cierto, ya que lo he mencionado, te recomiendo este podcast sobre Jim Henson y su legado.
El relato
Hasta ahora todos los relatos y poemas que he incluido en la newsletter eran de mi alijo personal previo. Como ya he comentado en alguna ocasión, me apasiona reciclar contenido para trabajar menos.
Pero hoy me siento magnánimo y me ha dado por escribir algo nuevo. Aquí tienes la tercera entrega de la colección de fragmentos (porque de momento no tengo la más mínima intención de cohesionarlos en un texto largo) sobre la sucesión de Jonathan Pike.
Enjoy.
Bajo el sol de la mañana
El sol brillaba con fuerza tras las tormentas de los días anteriores y una ligera brisa refrescaba el ambiente. Los frutales ornamentales de la plaza estaban en plena floración y cargaban el aire de un dulce olor a vida en ebullición. Y las aves migratorias, que ya habían construido sus nidos para pasar la estación cálida en la ciudad, cantaban con energía buscando encontrar una pareja de apareamiento.
Era una mañana de abril maravillosa. Sería perfecta de no ser por los cadáveres.
El inspector Bendelli pensó que seguramente los tres hombres que yacían muertos entre las mesas de la terraza estaban disfrutando el sol matutino cuando fueron acribillados. Con un poco de suerte, si tomaban el sol con los ojos cerrados y las balas habían sido suficientemente certeras, ese agradable calor sería la última sensación que se llevaran a la tumba. No le parecía la peor forma de morir, ni de lejos.
Los otros cinco asesinados del vertedero no habían tenido la misma suerte, desde luego, pero tampoco es que se fueran a quejar. Quizás sí pidieran la hoja de reclamaciones al llegar a la morgue, para protestar el hacinamiento. En las cuarenta y ocho horas posteriores a la muerte de Jonathan Pike la guerra de bandas se había cobrado quince vidas, por lo que se esperaba una auténtica carnicería en lo que quedaba de semana. El instituto forense ya estaba instalando arcones frigoríficos portátiles previendo la inmediata saturación de las neveras.
A Bendelli siempre le producía una sensación extraña la escena de un crimen cometido a plena luz del día en un lugar público. Los callejones y las madrugadas eran el pan de cada día, pero estas exhibiciones de violencia desnuda tenían un halo de irrealidad, de “esto no puede haber pasado”. Ni siquiera llegó a acostumbrarse durante la última gran guerra de clanes, cuando ocurrían a diario.
En esta ocasión ese sentimiento era especialmente acuciante por lo absurdo de la situación. Marcelo Ambrosi nunca debería haber sido tan estúpido como para mostrarse en público al mismo tiempo que ordenaba la ejecución de sus rivales, pero siempre había sido un arrogante de cojones, y creía tener la guerra ganada. Una lástima que sus propios guardaespaldas acabaran siendo sus verdugos. En Servin el exceso de confianza se pagaba caro.
Tras el vermut frustrado de Ambrosi y la desagradable sorpresa bomba de Fiorgson en su oficina del basurero, la lista de potenciales candidatos a ganar (y quizás sobrevivir a) la guerra se había reducido a tres: dos hombres y una mujer. Sin embargo, eso no significaba en absoluto que quedase poco para la resolución del conflicto. De hecho ahora, una vez los peores jugadores habían abandonado la mesa, comenzaba la partida real entre los pros.
Bendelli suspiró resignado y se encaminó al coche. El cabrón de Mateo Vandi había acertado todas sus predicciones, de modo que tocaba hacerle otra visita en la cárcel y firmar un pacto con el diablo.
La despedida
Una newsletter de tres mil palabras. ¡Booom!
Chao. Hasta luego. Adiós.
Un beso.