La tabla de contenidos
La tabla de contenidos: rema.
La introducción: rema.
El anuncio: rema.
Las canciones de la semana: rema.
La despedida: rema.
La introducción
Ey, hola.
Soy Miguel Escribano y estás leyendo Gritando al vacío, la newsletter que sigue adelante como el que camina por el desierto: agotado, pero sin parar.
Ayer, como ya te he ido diciendo estas semanas, estuve actuando en Barcelona con mi nuevo (y único) show de standup. Hice dos pases, que fueron respectivamente la segunda y tercera vez que representaba el monólogo frente a un público. Y no fueron bien. Tampoco rematadamente mal, pero definitivamente no bien.
No voy a entrar en análisis de causas y vías de mejora, porque tampoco es que me apetezca hacerlo ni a ti te vaya a importar, pero quiero mencionar algo agridulce de lo que debo estar orgulloso.
Cuando terminas un show, a veces se te acerca alguna persona, cercana o desconocida, para darte unas palabras de apoyo. Si todo ha ido bien, expresan su satisfacción y te felicitan con un afable “me ha gustado mucho” o un alagador “qué bien me lo he pasado”.
Sin embargo, hay otras ocasiones en que escuchas frases como “lo que haces tiene mucho mérito” o, en el peor de los casos, “me ha parecido muy valiente”, a veces con la demoledora apostilla de “yo no me atrevería”. Estas afirmaciones, aunque son emitidas (casi siempre) desde el afecto y con una intención positiva, se reciben como derrotas y una constatación de que, si bien el público ha visto el esfuerzo y el objetivo de llegar a un lugar artístico concreto, se ha fallado en la ejecución.
Y duele, claro. Salir a un escenario a tratar de entretener a desconocidos implica una fuerte apuesta emocional, y, si no juegas bien tus cartas, te puedes ir a casa con la metafórica cartera vacía. Y ya no te digo lo jodido que pude ser tener que volver a salir al mismo escenario un rato después a enfrentarte a nuevos espectadores. Es, técnicamente hablando, una puta movida.
Pero, por eso mismo, estoy muy orgulloso de la forma en que afronté esas dos horas y pico que pasé actuando ayer. Porque cada puto segundo de cada jodido minuto estuve remando como un maldito cabrón.
Si algo me han dado estos tres años que llevo enaborlando micrófonos, ha sido la capacidad de remar y remar a contracorriente sin venirme abajo, o, como mínimo, que no se note.
Y esto es algo que no se aprende estudiando. La habilidad de caer al barro y rebozarte en el como un jovial lechón para intentar levantar un espectáculo es algo que sólo se consigue a base de hostias. Ese es uno de los principales motivos por los que la gente abandona el standup y lo que realmente diferencia a alguien que está empezando de un veterano. Independientemente de lo bueno que sean tus chistes y del tiempo que lleves actuando, habrá días en que la cosa no funcione, y tocará remar.
Se podría hacer una analogía entre cómicos y salmones nadando río arriba, pero estos últimos lo hacen con el objetivo de desovar y reproducirse, lo cual queda fuera de las posibilidades de los primeros, de modo que nos mantendremos en el simil piragüístico.
Un bolo que empieza mal se puede remar hasta acabar por todo lo alto, pero hay que dejarse el alma en ello. E, incluso si no lo remontas, tienes que acabar el monólogo, porque para eso te están pagando, en dinero y atención. No vale irse por la puerta del teatro a los diez minutos porque te esté poniendo triste que el público no se ría. A una mala serán ellos los que se piren, pero tú tienes que aguantar hasta que suene la campana.
Yo ayer remé hasta el final sin que se me viera venirme abajo en ningún momento. Y no se fue nadie, lo que indica que era al menos entretenido. Eso no me lo puede quitar nadie.
En ámbitos bélicos se dice que los ejércitos convencionales obtienen la victoria cuando derrotan al enemigo, pero que el objetivo de las guerrillas es no ser derrotadas. De modo que, aún a riesgo de sobrecargar las metáforas de este estúpido texto, considero que, con mi ajado remo y mi inundada canoa, ayer vencí como guerrillero de la comedia.
Y eso tiene mucho mérito.
El anuncio
Estas semanas han sido agotadoras, de modo que el domingo que viene no habrá newsletter.
Volveré a la normalidad el 27 de abril de nuevo finalmente con relatos, que sé que los echas de menos.
Nos vemos.
Las canciones de la semana
Puedes escuchar la lsita de reproducción completa aquí.
La despedida
Hasta dentro de dos semanas.
Chao.